Salut Integradora

Como muerte es a vida, ancestral es a iluminador

En algunos días nos reuniremos en familia, en clan o en tribu a celebrarlxs y honrarlxs, y si por lo que sea estamos solxs, o quizá nos parece demasiado “espiritual” esto de celebrarlxs y honrarlxs, pondría la mano en el fuego que ciertas sensaciones, pensamientos o sentimientos recorrerán nuestros cuerpos, mentes y corazones sintiéndolxs o recordándolxs, aunque sea fugazmente.

Ver, agradecer y sentirnos en paz, dignxs, amadxs de verdad con nuestras subjetividades y conectadxs por un vínculo sano y equilibrado con nuestro inconsciente transgeneracional suele ser un proceso doloroso y difícil en todas las familias. Allí es también donde permanecen los anhelos profundos de que así sea.

En clanes y tribus también hay inconscientes transgeneracionales. Espera, permíteme concretizarte. Una familia es “un grupo de personas formado por individuos unidxs y primordialmente vinculadxs por relaciones de filiación o de pareja”. Un clan es “un grupo de personas unidas por lazos de parentesco y ascendencia, vinculadxs por la percepción de ser descendientes de ancestrxs comunes. Tales ancestrxs comunes del clan pueden ser reales o mitológicos, humanos o no, y en ese caso se habla de un tótem animal o de una planta”. Hay muchas definiciones de tribu. La de “originariamente hace referencia a un conjunto culturalmente homogéneo de familias con antepasados comunes reales o míticxs” me gusta bastante.

Sobre el inconsciente transgeneracional, te cuento un poco más abajo.

Déjame decirte que hay algo mágico en darnos cuenta y transitar el proceso de como está afectando nuestra salud, nuestros desarrollos, a nuestras familias o proyectos y creaciones nuestro inconsciente transgeneracional, pues el amor entre familiares acaba brotando, a su ritmo, a su tempo, a su momento y a su manera, de forma viva y espontánea. Poseemos una intuición que nos empuja a abrirnos a luces y sombras y que nos guía para liberar traumas transgeneracionales… hasta que lo alieno se torna cercano, lo doloroso amable, y lo difícil liviano.

En Catalunya, mi tierra natal, coincide que celebramos la Castanyada. La Castanyada es una tradición pagana cuyos orígenes se remontan al siglo XVIII mínimo. Es una tradición que nos reúne en familia, clan o tribu dónde comemos castañas, boniatos y panellets (buenísimos) para recordar lxs que ya se fueron.

"SÓLO DIOS SABE SI VUELVO"

Te comparto una canción que me acaricia el alma; reverdezco cuando la escucho. Apareció durante los años que viví en Ibiza, una noche de intimidad sagrada.

“Lo que no se ha podido expresar en lágrimas ni en palabras se expresa después en dolores, por falta de palabras para decirlo”

Anne Ancelin Schützenberger, en ¡Ay, mis ancestros!

Que las memorias transgeneracionales nos afectan, a nosotrxs, a nuestros vínculos o vidas, surge hace siglos. Me siento creyente del corazón unitario pro diversidad y apóstola de la espiritualidad y de la trascendencia sin necesidad ni de religiones ni dogmas impuestos, y desde ahí te cuento que en la Biblia ya hay escritas varias frases al respecto, como por ejemplo, se narra que cuando Jesús curaba a unx enfermx le preguntaban: “¿Señor quién ha pecado, éllx o sus padres?”.

En psicología el término transgeneracional fue introducido por la psicóloga Anne Ancelin Schützenberger, quien formaba parte de un equipo terapéutico a niñxs psicóticxs. En la década de los 1970 tuvieron la ocurrencia de escribir palabra por palabra los delirios de lxs niñxs y luego compartirlo con sus padres. Así se dieron cuenta de que había parte de tales delirios que no eran “inventados” sino que correspondían a hechos o situaciones vividas por sus familiares anteriores. Cuando empezaron a tratar respectivas historias familiares lxs niñxs empezaron a recuperarse mucho más. Así nació el término transgeneracional en este contexto.

Y se refiere a las memorias que perduran sobre lo que les sucedió, experimentaron o sentipensaron nuestras generaciones anteriores y que resuenan de distintas maneras entre lxs miembrxs de nuestra familia. Las resonancias entre nosotrxs y nuestrxs ancestrxs siempre suceden lxs miembrxs de la familia estamos conectadxs sin exclusión y tenemos acceso a éstas. Queramos o no, seamos conscientes o no, las resonancias se dan. Obviamente para la sana evolución de nuestros linajes en fluir constante de la Vida.

Estas resonancias crean afinidades entre miembrxs y a través de estas afinidades hacemos nuestros unos u otros programas. En este contexto se entienden los programas como “las actitudes, conductas, enfermedades, conflictos, problemas, duelos, soluciones, bloqueos, anhelos, emociones, recuerdos experienciales, formas de pensar, etc.” de nuestrxs antecesorxs que hemos adquirido sin que sean en si mismos genuinos, esenciales o propiamente autobiográficos. Es por eso que nos cansan, nos desequilibran o nos nuerotizan o egotizan de más.

Cuando somos pequeñxs, incluso adolescentes, es más fácil que sepamos intuitivamente o que reconozcamos la no identificación de estos programas. Lo que a la mayoría lo que nos sucede es que los integramos como tal (como personalidad, como carácter, como manera de ser, etc). Y lo podemos hacer de dos maneras: o los duplicamos (es el “yo como tu”, y los duplicamos para sacar a la luz lo invisibilizado) o los intentamos reparar (es el “yo por ti”: compensamos para que el equilibro vuelva a nuestro linaje, y suele ser personificando lo contrario de lo inconsciente de una vida o ancestrx pasada).

Me resulta interesante que teóricxs dicen que reparamos los programas transgeneracionales que no fueron expresados ni visibilizados ni curados en su época, con sus consecuentes traumas y malestares, entre estas posibilidades:

  • A través de nuestras profesiones, pasiones o hobbies.
  • A través de nuestras relaciones y vínculos íntimos: parejas, amigxs, compañerxs…
  • A través de nuestrxs hijxs.
  • A través de una enfermedad o desequilibrio físico, psicosomático o psiquiátrico.
  • A través de cuestionamientos o de crisis existenciales profundas.

Entonces, ¿puede ser que ese bloqueo, esa herida que permanece, ese desequilibrio o ese síntoma “normalizado” esté vinculado a nuestra historia transgeneracional y no tanto estrictamente a nuestra autobiografía, nuestro trauma personal o al efervescente y movilizado inconsciente colectivo actual, en esta etapa de transformación profunda de la humanidad que estamos viviendo? Sí, puede ser.

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